4 de Octubre del año 2008 de nuestro señor Jesucristo. Yo estuve allí.

Isidro Nieto

La Pedriza

Iba ligero de equipaje y sin presión de ningún tipo. Mis compañeros de andanzas no habían podido acudir a la cita por motivos de trabajo, así que me dije: «el camino proveerá». Tan solo tenía una duda y debía despejarla antes de dar la primera pedalada: me engancho con el grupo cabecero y hasta donde llegue, me quedo con el grupo intermedio y voy haciendo «la goma» o me embarco con los «últimos de Filipinas».

Despejé la incógnita en una fracción de segundo. Opté por la última opción, no sé si por intuición o porque en el fondo me apetecía sumergirme en ese PELOTÓN de valientes, resignados y la mayoría de las veces, olvidados, que son los últimos de cualquier marcha.

Estaba descargando mi «MACARIA» del año IV antes de Cristo y a mi lado un chaval joven hacía lo mismo. Me miraba de reojo, y en un momento dado se volvió y me soltó que si pensaba correr con semejante «antiguaya». Sin perder la compostura y con una leve sonrisa le dije: «Y pienso terminarla».

Pistoletazo de salida y 500 briosos corceles se lanzan a la aventura. Tengo el honroso honor de salir el último, cupliendo a rajatabla el guión establecido. En los primeros compases vía cortijo MAJOLERO hasta la Ermita de CHIRCALES, debido al mal estado de los carriles y la aglomeración de corredores, no hay mucho tiempo de «conectar». Bastante tiene uno con mantener el equilibrio y que no te atropellen.

La carretera ya ha hecho su selección y cada uno va encajando en el lugar que más o menos le corresponde. Los ánimos se van calmando y antes de llegar al primer avituallamiento de VALDEPEÑAS, lo único que escucho alrededor son comentarios del personal, que si hacen la CORTA o hacen la LARGA.

Viendo los rostros de unos y otros, los pronósticos eran de deserción en masa por la ruta LARGA. Llega la hora de la verdad, y en la bifurcación de las dos rutas, los coches-escoba no daban abasto a subir bicis en los remolques; al pasar miro estupefacto el TAPÓN que se ha creado y medito para mis adentros… «pero si esto no ha hecho más que empezar».

Giro a la izquierda y empiezo la ascensión a NAVALAYEGUA. Es el único puerto de la jornada que no conocía, y estaba ansioso y expectante por introducirme en sus dominios. Hice el primer «contacto», aunque era un viejo conocido de otros años: MANOLO el de CABRA. Hicimos un par de kilómetros juntos, pero Manolo me dijo que iba con la «calculadora» puesta y que tirara para adelante. Son bastante exigentes esos primeros kilómetros, pero el piso estaba decente y el paisaje, una vez que vas ascendiendo por el valle, es maravilloso.

A mitad de ascensión hago el segundo «contacto», RUBÉN MONTAÑÉS. Antes había ido pasando a bastante personal, pero no estaban por la labor de la comunicación, aunque hay que reconocer en su defensa que bastante tenían con solventar las duras rampas por las que transitábamos.

Pero con Rubén fue distinto. Intercambiamos unas pocas palabras y me dije «Párate en esta estación, que aquí hay materia prima». Y no me equivoqué. A 1 kilómetro de coronar NAVALAYEGUA hice mi tercer y último contacto: ISMAEL y MANOLO EL CASTILLERO. La grupeta estaba formada.

Coronamos los cuatro juntos, hacía bastante frío en la cima (estábamos a más de 1500 metros de altitud). Empezamos la larga sinuosa y espectacular bajada al CORTIJO PRADOS. Mi vista se iba deleitando con los impresionantes parajes que iba pasando. En lontananza la formidable mole de JABALCUZ, en el fondo el valle del arisco y frondoso QUIEBRAJANO, así como las espectaculares laderas y ventisqueros del curso del VALDEARAZO, una sinfonía en perfecto equilibrio. Me pregunto si el resto de los 499 compañeros era consciente de aquello.

En Cortijo Prados le pegamos a las bananas «en cantidá», aunque una chica de las que nos atendían nos sugirió que lo que necesitábamos de verdad era un doblez de morcilla, que estábamos muy «escuchimizaos». Menudo cachondeo se lió, y como luego nos la fuimos encontrando en otros puntos de avituallamiento, pues le pusimos «la niña de la morcilla».

De nuevo a las monturas y al asalto del temible ALAMILLOS. Echo una ojeada a la grupeta y veo los primeros síntomas de cansancio, incertidumbre y un poquito de temor. ALAMILLOS es un rosario de todo: zigzagueos inverosímiles, bandazos suicidas, calambres insoportables, humillantes «pie a tierra», miradas perdidas y una realidad que te pasa como una losa… «¡¡Dios, y lo que queda!!»

Conectamos con la carretera que sube desde NOALEJO, tramo asfaltado. Qué alivio, aunque los desniveles siguen siendo fuertes. Llegamos a la cima del «PAERÓN». El piloto rojo se ha encendido y un halo de pesimismo se ha impregnado en la grupeta. No lo ven claro y no las tienen todas consigo. El tramo de CEREZO GORDO y el BARRANCO DE LOS ROSALES no cacompañan en absoluto para levantar el ánimo. Es hora de colocarse el hábito de monje e intentar salvar las almas descarriadas. En este trance llegamos a FRAILES y el pan de higo de MANOLO hace primores en la tropa. Los LLANOS de SANTA ANA nos vienen de perlas para descargar un poco los músculos y la tensión acumulada. Avistamos la FORTALEZA DE LA MOTA y empezamos a creer en nuestro sueño. 

La travesía de ALCALÁ LA REAL resulta un tanto fría y desangelada. Solo le da un poco de color el encuentro de ISMAEL y RUBÉN con sus respectivas compañeras, aunque a MANOLO le soltó la suya… «¡Tantas horas de espera, y encima eres de los últimos!». Qué poco valor le dan las pacientes esposas al inmenso sufrimiento del santo varón.

CHARILLA nos recibe en fiestas y el aroma de chorizos, pinchitos y chuletas nos hace tambalear la moral. Estábamos de barritas energéticas y bebidas isotónicas hasta los mismísimos «huevecillos». La bajada al NACIMIENTO DEL RÍO SAN JUAN es un calvario. Los brazos ya ni los sentimos y no nos paramos a echar una meada por temor a no «encontrárnosla». Echaoms una «visuá» al reloj y nos apercibimos de que nos vamos a tener que pegar otro «calentón» si no queremos llegar fuera de control. Entramos en el CASTILLO DE LOCUBÍN con los grillos entonando las primeras sonatas, y los murciélagos saliendo de sus escondrijos.

IMÁGENES QUE SE TE QUEDAN GRABADAS EN LA RETINA

  • La entrada de MANOLO EL DE CABRA en Meta. Solo, roto por los calambres y las marcas de un esfuerzo sobrehumano en su rostro, pero enormemente emocionado, porque lo había conseguido.
  • La casta de ISMAEL, MANOLO y RUBÉN, por terminar una batalla que creían perdida de antemano. Ello les honra.
  • La «niña de la morcilla», que nos hizo más amenos los avituallamientos.
  • El comentario de una niña a su padre a la vera del camino: «¿Y estos hombres a dónde van, papá?
  • La frase de los ENLACES en los cruces de caminos: «¿Cuántos quedan? Estoy hasta la polla…»
  • NAVALAYEGUA, como un vino con solera, hay que saborearlo sorbito a sorbito.
  • Bajar al último vagón del tren y ver en primera persona la grandeza del ciclismo.

La ORGANIZACIÓN, en líneas generales, bastante bien. Solo lamento por mi parte no haber podido pasar más tiempo con el «PADRE DE LA CRIATURA», el amigo JOSE, aunque es comprensible. Los acontecimientos de desbordan sin querer.

¡Ánimo! Y que el año que viene nos veamos en esos DESSAFIOS de Dios.